Con Million Dollar Baby el amigo Clint sigue la línea que ya marcó con Mystic River. Por un lado la atmósfera de que la vida es muy perra y por otro, una curiosa forma de guión baturro-navarra que para señalar que un personaje tiene mala suerte, por ejemplo, no es que tenga problemas con la hipoteca, no, le tienen que raptar de niño unos pederastas y estar dándole por el culo de forma continuada varios días, para que de mayor, lastrado por las taras mentales que el suceso le produjo, lo maten por error y tiren el cadáver a un río lleno de mierda de alcantarilla. No es de extrañar, pues, que en su siguiente película, Million Dollar Baby, su asesor guionista, natural de Sangüesa o de Sos del Rey Católico, cuando Clint le dijo que para la próxima historia necesitaba el perfil de una chica que no le van bien las cosas, que no tiene suerte en la vida, qué sé yo... que es un poco desdichada, pues en lo primero que pensó fue en la cuadriplegia.
Lo que es la primera parte de la película no está mal. Viene a ser una especie de Roky femenino más cutre pero con el atractivo de ver a Morgan Freeman en calcetines un par de veces. Hasta ahí, una entretenida película de autosuperación tipo Karate Kid, Yo, El Halcón o nuestro incendiario Yo Hice a Roque III. Lo que yo no entiendo es que, si gusta tanto este tipo de cine, el Viruete no se edite en papel couché. El caso es que lo mismo resulta que el cinéfilo de hoy se ha fijado en esta película por su último tramo, donde la historia pega un giro radical y pasa del leit motiv "tú puedes rockin in the USA" a una comedia de humor absurdo y vanguardista absolutamente genial. "Humor senil" creo que lo llama Clint.
Porque Clint está o senil o muy, pero que muy mayor. Mucho hay que estarlo para decir que la boxeadora mala de la película es la campeona de la RDA o Alemania Oriental. Por un momento piensas que la historia está ambientada en la época en la que existía este próspero país, pero a juzgar por los modernos vehículos que se conducen en el film, me temo que el colega Eastwood lleva sin tocar la sección de internacional del Herald Tribune unos veinte o veinticinco años. Pero lo mejor no es eso, agárrate, es que resulta que esa mujer es negra y, además, puta; "prostituta de la Alemania Oriental" dicen, para ser exactos. O sea, que si tenemos en cuenta que en la Alemania ocupada por la URSS, después de las políticas raciales de Don Adolfo Hitler, el número de ciudadanos de color negro debería oscilar entre 0 y 0'1, se deduce pues que esta mujer tuvo que emigrar del mundo libre al comunismo, es decir, ser la única persona que saltó el muro de oeste a este, y todo con el fin de prostituirse en un país donde el dinero no servía para nada. Joder, para ser así de puta hay que ser muy puta. Qué puta más zorra, que diría Tony Soprano.
Pero lo más disparatado de esta comedia empieza cuando la protagonista se queda cuadriplégica por un golpe traicionero que le propina la reputa y la llevan al Hospital Psicodélico Infernal de Kansas City. Un lugar donde, en un principio, parece ser que está en buenas manos porque le hacen una traqueotomía y la mujer no tiene excesivas complicaciones para seguir hablando con el tubo insertado en la garganta -como todo el mundo sabe, con una traqueotomía se puede participar en los campeonatos de bertsolari del hospital, de hecho, no hay más que fijarse en el Papa, al que recientemente le han practicado una, y cada vez que se acerca a un micrófono suelta un chorro de voz con un ímpetu y vigor tales que yo, personalmente, cierro los ojos y pienso que se trata sin lugar a dudas de Joselito "El pequeño ruiseñor"- Más adelante, en el hospital, cuando ya lleva tiempo ingresada, parece ser que cambia la administración del centro y entra una junta directiva recién llegada de Pretoria (Lesotho -África), porque, cosas de la vida, resulta que entre los cuidados a las personas paralíticas no está incluido el cambiarles de postura para que no les salgan heridas o llagas. En la película, a la pobre protagonista no es que le salga una un tanto molesta, es que se le engangrena la llaga y le amputan la pierna -esta parte se le debió ocurrir al asesor-guionista baturro-navarro gracias a la inspiración que sugieren momentos tan supermaños como ir en burra por las vías del AVE y gritarle al tren cuando se aproxima a 310 km/hora "chufla, chufla, que como no te apartes tú".
Más adelante, en otro golpe del guión que podríamos calificar como "armonioso y primaveral" la boxeadora cuadriplégica se arranca la lengua de un mordisco para ver si logra morirse asfixiándose con su propia sangre. Llegados a este punto, en la casa donde estábamos viendo el divx ya empezó el cachondeo severo. Resulta que uno de mis amigos, Jorge "El Yevi", es ultrafan de la película Jeremiah Johnson de Robert Reford (va de un jambo que se hace ermitaño en las montañas) y da la casualidad de que, con motivo de mi visita a su ciudad, Zaragoza, quisieron obsequiarme con un plato muy típico del lugar, spaghetti con tomate, para ver el film. El tema es que el Yevi vete tú a saber por qué, tenía la cocina un tanto, digamos, abandonada. Y durante el complejo proceso de preparación y elaboración del singular plato, tanto el Yevi como el Chema tuvieron que estar una media hora previa quitándole moho al chorizo y al queso. Todo esto viene a cuento porque, en el desenlace final de la película, cuando se ve una silueta entrando sigilosamente en el hospital, se alinearon los factores anteriormente mencionados y mis amigos al menos me alegraron la tarde con los siguientes comentarios: "Ese va a ser Jeremiah Jonson que va a coger el trozo de lengua de antes, que ya tiene que estar lleno de moho". En realidad era Clint, que entra en la habitación y le hace un arrumaco a la chica, lo que provocó otra intervención: "Anda, qué cabrón, se la va a follar ahora que no puede darle una hostia". Y Clint le quitó el respirador para que el Yevi concluyera: "Y por el agujero del cuello, claro, para que lo sienta". En ese estado de descojono, borracho, y tras haber ingerido una buena cantidad de moho, que Clint entre en un hospital, le quite el respirador a una paciente, ahí no suene ni una alarma ni venga una enfermera ni Dios que lo fundó y se pire tan a gusto y meditando pues ya me sudaba bastante la polla.
El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la falta de talento de un mendrugo. Ésta es la razón por la cuál no he visto Mar Adentro, del ínclito por todos conocido. Porque ya vi Tesis y Abre los ojos. Pero me da la sensación de que la celebridad de estas dos películas ha generado una especie estado de opinión entre las mentes más privilegiadas de nuestra civilización que da como a entender una especie de compasión del tipo: (ante un paralítico) "pobrecito, alguien debería matarlo". Que si bien "tiene sus más y sus menos y sus dimes y diretes", como señalaría El Nota en El Gran Lebowsky, en este mundo de mentes homogéneas terminará otorgando más dignidad al suicida que al que vive en condiciones jodidas, que es precisamente, en mi humilde opinión, el que más uso hace de la dignidad que Dios le ha dado. Aunque a este respecto, que cada uno opine lo que quiera, yo no juzgo a nadie por este tipo de cosas.
Para que este no sea un texto eminentemente excretor, voy a hacer un par de consideraciones cinéfilas de carácter positivo. Si, oh súbditos de Juan Carlos I, lo que queréis es ver películas duras que os angustien y depriman que versen sobre paralíticos, la más recomendable que conozco es Johnny cogió su fusil, que encima es antibélica y sirve de apoyo moral para gritar ¡No a la guerra! con los colegas. Trata sobre un soldado que se ha quedado sordo, ciego, sin piernas, ni brazos ni mandíbula. Al final, como parece que es lo más normal pero yo creo que no lo es tanto, termina pidiendo por favor que le maten y esto se cuenta en el film mediante sus sueños y sensaciones, que te joden la vida y destrozan mil millones de veces más que las cómicos giros de guión baturro-navarros de un conductor de cosechadoras cerealeras como es Clint Eastwood, que parece mentira que hiciera Bird. Y si lo que queréis, oh hijos de Don Pelayo, es una buena película de boxeo, no voy a recomendar Toro Salvaje, que ya está más vista que el tebeo, sino The Set-Up (Nadie puede vencerme, 1949) que no es que yo sea un cinéfilo gafotas del copón, es que la echaron en Cinemanía hace no mucho, y cuyo final -habéis tenido 55 años para verla- da una idea aproximada de lo fantástico que tiene que ser el mundo del boxeo: al protagonista le machacan la mano a pisotones y su mujer y él se llevan una alegría tremenda porque ya nunca jamás podrá volver a boxear. Sin más, un saludo a Constantino Romero por haber doblado a Clint Eastwood en Million Dollar Baby con exactamente el mismo registro que usó con Darth Vadder -me ha ayudado mucho a tomarme en serio la película- y a Javi Navarro, que lo tiene que estar pasando muy mal, pues el muy gay ha vulnerado la filosofía más elemental de nuestro club, el Sevilla FC, al darle un codazo a un contrario, pero no "pisalo" cuando estaba en el suelo. Te toca vivir con esa losa el resto de tu vida, Javi.
Das asco como opinologo de cine
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