Amanda y Casimiro son buena gente. El día que les conocí, presentados por Apendicito de Yolanda, tardé cinco minutos en compartir opiniones con Casimiro sobre diferentes dolencias rectales sufridas en el pasado -bueno, él en el pasado presente. Alguien así es inequívocamente un buen tío. Lo digo porque me hace gracia la atmósfera que envuelve el texto, la cual considero que está impregnada de la antiglobalización tan propia del litoral mediterráneo y que no me cuadra en tan buena gente como son ellos.
A veces, en las regiones de interior tenemos que mostrarnos férreos en la dominación de las aldeas periféricas, pero es que, en situaciones como ésta, tienes que reírte. Quizá seamos paternalistas, pero qué caray, lo hacemos por su bien, ¡si es que son como críos!. Vamos a ver, chicos, la contaminación, los gases de efecto invernadero y todas esas cosas no van a acabar con la vida en el planeta ni Dios que lo fundó. Atended, en mi casa, por ejemplo, yo soy como EEUU, lo lleno todo de mierda y no lo limpio. Tengo mis métodos, a saber, me suelo pasear descalzo por toda la casa cantando alguna canción, el "Soy una Chumbera" por ejemplo, y pasito a pasito todo el horror vacui de pelusas y restos de frutos secos, que a veces llegan a obstruir el paso de una habitación a otra, se adhiere a mis pies que posteriormente lavo en el bidet. Eso es lo que los políticos llaman "desarrollo sostenible", que en realidad sólo sirve para dar trabajo a todos los jóvenes de familia bien catalana que han dilapidado la fortuna familiar estudiando tonterías y carreras que no valen para nada. Y en mi caso doméstico, porque dicen que caminar previene de enfermedades coronarias.
Mi casa se vuelve habitable cuando con dos cojones cojo la escoba. O sea, cuando se me come la mierda. Y esto es lo que pasará en la Tierra, especialmente cuando la mierda llegue a los barrios donde viven los oligarcas. Por lo tanto, es sencillo, cuanta más mierda sueltes, antes les llegará y antes se tomarán medidas de urgencia de carácter incluso militar que devolverán ese arcoiris que tanto le gusta a Apendicito de Yolanda perseguir mientras juega con una cometa de piel humana. Esa es mi política ecologista para la conservación del medio ambiente: contaminar a discreción.
Por otra parte, si acaso, que todo es posible, yo estuviera equivocado, siempre queda el plan B. Y es que yo no soy de la generación que ha consumido consolas y manga de forma compulsiva, lo cual quiere decir que habitualmente no confundo realidad con ficción. Me refiero a que no me pajeo con otros mundos paralelos de alegría y alborozo. Yo quiero que se cumplan mis sueños. No me vale con elucubrar leyendo tebeos. Yo quiero vivir en la Negociudad de Mad Max III "La Cúpula de Trueno" y no descansaré hasta que mi sueño se haga realidad. Mientras, vosotros, si queréis, jugad al rol.
Dirigido al Sr. Migoya, que se pasó por aquí: No es tan de extrañar que tuviéramos pensamientos paralelos viendo Million Dollar Baby. Yo me he criado con El Vibora. Con él he aprendido, me he divertido y me la he pelado mucho, todo hay que decirlo. Y al contrario que Lucía Etxebarría, sí conservo mi colección, además, con orgullo, sobre todo porque me la empezó comprar mi padre. Gracias por Odio, Hernán.
Es el nombre de una semblanza biográfica que he perpetrado junto a un confidente de la prensa deportiva sobre el capitán de mi equipo. Por lo subnormal, insultante, poco respetuosa con la realidad y atrevida, creo que el resultado es, como diría mi tronco, Kiko: "la polla que trepana". La tiene usted aquí, y gratis.
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